NOTAS DE LA CRÍTICA
Andrés de Luna: periódico Uno más uno, 01/01/88
Pocas veces el cine mexicano ha logrado enfrentarse a las mitologías de la culpa con una sensibilidad que evidencia una lectura profunda y un conocimiento cinematográfico que está impregnado cada encuadre y cada movimiento de cámara. / Valdez ha logrado la hazaña de adaptar a Rulfo en una película fuera de serie…
José Flipe Coria: periódico Uno más uno, 11/05/88
Los confines es la prueba de las posibilidades que puede tener el cine nacional cuando se opta por un tema mexicano, pero sin caer jamás en folclorismos baratos; por un cine digno que entronca directamente con la más depurada tradición fílmica nacional, sin recurrir al saqueo sistemático de manidos esquemas ni a la explotación exacerbada y maniquea del melodrama lacrimógeno. / Antes que poner su guión de rodillas ante la obra de Rulfo, Mitl Valdez parte de ella para elaborar un universo en el que las presencias parecen inmóviles fantasmas que siguen el ritual de su propia desaparición.
La expresividad total de la película habla de las posibilidades de un estilo fílmico conseguido por la sabia utilización de la cámara y la fotografía (el fotógrafo Marco Antonio Ruiz es audaz para un cine acostumbrado al estatismo y los masters-shots con protecciones), con sus prodigiosas subjetivas (la muerte de Guadalupe Terreros a manos de Juvencio es de antología), que hablan de un cine vital, de Mitl Valdez que se arriesga y triunfa.
Jorge Ayala Blanco: La disolvencia del cine mexicano, 1991
Los confines es una obra acabada cuyo clima semionírico atrapa de inmediato y jamás suelta. …es la calculada depuración de todos los elementos significativos de una ficción casi moral. / El trabajo formal lleva al realizador hacia la creación de un “cine sintético” …para el que la puesta en escena y la actuación revisten igual importancia que la función inventiva de la cámara, la dialéctica de los espacios dentro o fuera del cuadro y los demás medios expresivos cinematográficos.
…las atmósferas audiovisuales del filme están sumergidas sin sosiego en el enrarecimiento, el misterio y lo espectral, los sentidos dramáticos de cada relato están fincados en la concreción de los seres, sus pasiones ahogadas, sus culpas y sus conflictos… Acaso el fin último del filme sea mantener suspendida a todo lo largo y lo hondo una especie de lividez repentina, que en instantes-clave tomará cuerpo como si quisiera asaltar la eternidad de la culpa. O la eviterna irrealidad de la culpa. O la realidad tangible de la culpa que se desliza y se esfuma.
Tomás Pérez Turrent: boletín Butaca, octubre/1992
Valdez es absolutamente fiel al espíritu de la literatura rulfiana y al mismo tiempo se la apropia (y no sólo porque invente secuencias o introduzca cosas que no están en el texto original). La suya es una verdadera lectura, nueva si se quiere, pero que implica una comprensión profunda del “espíritu” de la literatura que traslada al cine.
Rafael Aviña: periódico Uno más uno, 21/10/92
Apoyado en un logrado trabajo fotográfico, actuaciones notables (como la de Gómez Cruz), una excepcional banda sonora de percusiones minimalistas y una estructura que tiende a sacudir al espectador, Mitl Valdez lleva feliz término en Los confines, el relato fantástico-espectral, la unión incestuosa de lo real y lo imaginaria, los extremos fatales del odio y la culpa y la conjunción erótico-tanática del cuerpo y de la carne en un film que le hace justicia a Rulfo; una historia de seres perseguidos (por sus pasiones, equívocos y transgresiones) que huyen de sí mismos sin conseguir llegar a ninguna parte, en un mundo de violencia soterrada y venganzas del destino. Por si ello fuera poco, contiene uno de los mejores momentos en la historia de nuestra cinematografía, en la secuencia expresionista de la sombra (hijo del coronel) que interroga al asesino de su padre desde la penumbra.